martes, 29 de abril de 2014

LA SILLA ROJA

La silla que puede cambiar la vida de muchas personas en el mundo.

En la actualidad, según datos de la UNESCO, todavía existen 57 millones de niños y niñas en el mundo sin escolarizar, de los cuales el 44% se encuentra en África Subsahariana. Estos niños y niñas ven vulnerado su derecho a la educación, recogido en numerosos tratados internacionales.

Los beneficios de la educación están ampliamente reconocidos: la educación amplía el acceso a otros derechos y favorece el progreso conjunto de la sociedad, promueve la libertad y la autonomía personal y genera importantes beneficios para el desarrollo personal. Asimismo, la educación es un instrumento poderoso para reducir la pobreza y la desigualdad.

Ahora bien, si ya el año pasado -al crear la campaña de “La Silla Roja”-, se centrarnos en la necesidad de garantizar el acceso a la escuela de los niños y niñas de todo el mundo, este año han querido  hacer hincapié en lo importante que es que esa educación a la que accedan sea de calidad. De todos los menores del planeta en edad de cursar la Primaria ,cerca de 200 millones están recibiendo una educación de baja calidad, es decir, no terminan de aprender a leer y escribir.

"EL DERECHO DE APRENDER ES DE TODOS"
Una educación de calidad es una educación proveniente de profesoras y profesores cualificados, una educación que contemple los valores y las emociones, equitativa y solidaria, que transforme a las personas y que, en definitiva, las convierta en seres humanos inteligentes -por dentro y por fuera-, responsables y capaces del bien común.

Sin embargo, faltan 1.700.000 maestros y maestras para cumplir con el objetivo de garantizar la educación primaria universal. Solamente en África, el déficit de maestros y maestras es de un millón- y en muchos lugares del mundo, el profesorado no recibe formación ni remuneración adecuadas. La falta de calidad afecta a los niños, pero sobre todo a las niñas de familias empobrecidas y a aquellos pertenecientes a determinados colectivos -menores trabajadores, refugiados, desplazados, migrantes o que viven en países en conflicto, o con necesidades especiales- por citar sólo algunos ejemplos.
Por ello, la preocupación de nuestro tiempo ha dejado de ser únicamente el acceso generalizado a la enseñanza básica para centrarse en que ese acceso se produzca con calidad, se extienda a lo largo de toda la vida, y haga posible que las personas aspiren a mejores condiciones de vida y que las sociedades se desarrollen equitativa y sosteniblemente.

De hecho, hoy en día se extiende el convencimiento de que la calidad es parte inherente al derecho a la educación. Como bien señala Orlando Pulido Chaves: “Cuando hablamos de la educación como derecho estamos entendiendo que la calidad es uno de los atributos del derecho, una de sus condiciones esenciales, pero nos referimos a ella, no como un insumo que se incorpora a la educación desde fuera, sino como una de sus cualidades constitutivas”.




La educación es un derecho de todos los niños y niñas del mundo. 

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